Amparo Blay

Comité Ejecutivo Cultura e Historia.

Hay temas en los que si miras hacia otro lado, te conviertes necesariamente en cómplice de lo que está sucediendo. Que somos una sociedad cruel, queda bastante claro y que esa crueldad recae por lo general sobre el más débil también.

Estoy hablando de los niños que estando tutelados por las administraciones sufren explotación de todo tipo. En estos días, han saltado a los medios de comunicación casos verdaderamente lacerantes y muy difíciles de digerir.

No podemos decir que no sabíamos nada, quizás no con la claridad y crudeza que hoy se nos muestra, pero no somos del todo inocentes. Primero fueron las niñas que bajo la tutela de un gobierno autonómico fueron entregadas, posiblemente a redes de prostitución que abusaban de ellas. Los poderes políticos, algunos se han negado a investigar y mucho nos tememos que hay gente implicada cuyo poder es evidente ¿lo sabremos algún día? Espero que sí.

Voy a tratar de dar mi punto de vista sobre este tema tan obsceno que nos ha sacudido las conciencias. Y no lo hago desde la ignorancia sino con la facultad que me otorgan mis tres años de voluntariado en un centro de menores. Debo decir que en esos tres años no observé ningún comportamiento que me hiciera sospechar, pero claro los mayores salían del centro solos y a partir de ahí cualquier cosa podía suceder a pesar de la cautela de los educadores.

A un menor se le convence de dos maneras, o a la fuerza o dándole regalos, estas criaturas llegan al centro muy tocadas psicológicamente y con familias muy desestructuradas, malos tratos, droga, abandono. Han sufrido carencias de todo tipo y los regalos a cambio de sexo pueden resultar muy atractivos, por supuesto son víctimas del engaño y la manipulación, víctimas inocentes de estas redes.

Huelga decir que quienes los llevan a esta situación son gente sin escrúpulos que se aprovechan de la situación de indefensión que estos niños o adolescentes padecen.

No solo por depravación, el motivo principal es el económico, ya que sale muy rentable, prostituir a menores, sabiendo que la víctima callará por un motivo o por otro. Incluso si se les da importancia, se sienten alguien y aunque parezca difícil de entender se prestan al abuso por falta de cariño en muchos casos.

Lo verdaderamente preocupante es que no solo pasa en una Comunidad por lo que estamos viendo, sino que parece una práctica habitual que hay que denunciar con contundencia y encerrar a los culpables, perseguir a esos miembros de la sociedad que actúan impunemente para saciar sus bajos instintos ya sean hombres o mujeres y cuya posición social les permite abusar del más débil como auténticos depredadores.

Ha costado muchos años sentar en el banquillo al hoy condenado por abusar de una menor, pero el caso ya es de dominio público y eso es lo importante. Lo más duro de comprender es como quien tenía la obligación de proteger a esta menor, ya que estaba bajo su responsabilidad, echó tierra al asunto y se dedicó a perseguir a la víctima haciéndola parecer responsable de un comportamiento a todas luces criminal, con el agravante de abuso de poder.

No podemos consentir que bajo el paraguas político se cometan actos deleznables cuya víctima se enfrenta indefensa a toda la maquinaria miserable de grupos o personas carentes de escrúpulos. Es difícil que estas criaturas denuncien porque son amenazadas o ellas o sus familias y si además quien tiene que actuar es parte cómplice, pues la denuncia requiere de un gran valor. A todo esto, hay que sumar que los colectivos feministas se desentienden en estos casos, como si estas niñas no importaran, juguetes rotos de una sociedad embrutecida, menos cuando quien calla y otorga es de su cuerda, entonces salen a defenderla con uñas y dientes. Estas tropelías hacen que a algunos se nos revuelva el estómago y no nos quede otra que denunciar desde cualquier medio a nuestro alcance.

Ser político implica seriedad y ante todo responsabilidad, no podemos ser parte del problema, muy al contrario, debemos ser la solución. Que la maldad humana existe es indudable, pero los partidos políticos no son entes fríos, están constituidos por personas que quieren cambiar las cosas. Si estás en un partido, consientes atrocidades y no dimites denunciando estos comportamientos, tu amoralidad queda al descubierto y entras a formar parte del Sistema corrupto que camina como un gran elefante destruyendo cualquier atisbo de humanidad.

A quien corresponda va dirigido este artículo, si su conciencia se lo permite dimitirá y pedirá perdón a esta víctima si no, allá ella que el cielo la juzgue

 
 

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