A pesar de que, en 1898, ya Ernest Herningway, comió una suculenta paella en La Pepica, es a mediados de los 60 del siglo pasado, cuando los valencianos acudíamos a sus entornos, y cuando la alcaldesa Rita, mejoró su paseo, los valencianos acudimos en tropel, no solo a beneficiarnos de sus aguas, y sus magníficas playas, sino a degustar su buena gastronomía, la de la Pepica, la de la Marcelina de Pedro Castellanos, que si Pepica era emblemática, Pedro no era menos, pues muchas donosuras le alumbraban, pero no quiero olvidarme de La Rosa,
El Coso, y el Estimat, y algo más alejado Casa Carmela.
Posteriormente, y aprovechando el esplendoroso paseo, se fueron incorporando,
San Patricio, de Juan Peiró, gran Empresario de la Gastronomía Valenciana, La Murciana, El Bobo, y otros, todos similares, Ripoll, Navarro.
Hay que saltar a la Patacona, para encontrarse con el Llevant, que aún conserva el sabor de antaño.