Cuando nadie te escucha te calzas la armadura y sales a la arena a defender aquello que crees justo, porque la lucha y no decaer es la única forma de mantener intacta la dignidad.

Hace unos días  tropecé mientras pedía soluciones para nuestros agricultores, con un hombre pertrechado con un cartel, reivindicando que le escuchen las autoridades de Náquera que, por lo visto, están ciegas y sordas.

Y cuando encuentras la razón y el desaliento vestido de persona, tienes que parar y escuchar, porque sí, porque esa lucha es la de todos, el David contra Goliat.

Protestar en un pueblo no demasiado grande debería ser relativamente fácil, puesto que el Ayuntamiento es lo más cercano al ciudadano que tenemos.

Por eso es increíble que Enrique ya de cierta edad, esté en la calle solo, defendiendo la honestidad, el buen hacer y denunciando la mala praxis de algunos ayuntamientos.

Nos hemos acostumbrado a resignarnos, bajar la cabeza y mirar hacia otro lado, esconder la cabeza bajo el ala y renunciar a la batalla antes de comenzar.

Enrique no es un caso aislado, todos los días nos desayunamos injusticias, chanchullos y no somos capaces de unirnos contra el poder establecido cuando este hace abuso de este.

¿Cuántos como él verán pisoteados sus derechos continuamente? Clamando en el desierto, sin ser escuchados y lo que es más indecente sin que sus quejas sean tenidas en cuenta.

Pero no quiero extenderme, prefiero que sea Enrique, el que les explique por qué a su edad sale todos los días a la calle a gritarle al mundo que así no podemos seguir que o nos plantamos o seremos carne de cañón y meros zombis sin alma ni valentía.

Espero que este apoyo sirva para que la petición de un hombre solo pero fuerte, sea escuchada por quienes deben hacerlo, servidores de lo público.

Lean y juzguen ustedes mismos.

Gracias Enrique por no tirar la toalla.