No le llamo presidente porque para mí no lo es, aunque una es demócrata por parte de padres y tiene que aceptar las reglas del juego.

A lo que vamos, la Comunidad Valenciana está en bancarrota, lo puedo adornar diciendo que estamos pasando una época complicada pero al final el resultado es que estamos endeudados hasta las orejas y que el culpable es usted y la pandilla de incompetentes que lo acompañan, asesores, secretarios y el resto de la Corte.

El caso de España es un caso peculiar, no se pide experiencia para ocupar cargo público, da igual que seas un tarugo si has medrado convenientemente dentro del partido. A nivel Comunidad Autonómica la cosa pinta igual de mal.

Es decir que si uno gasta más de lo que ingresa quiebra, esto que es de economía de primero a ustedes parece que no les entra en la cabeza. Dejando al margen que estemos mal financiados, que lo estamos, parecemos la Cenicienta del cuento, ni siquiera usted sabe exigir con contundencia aquello que nos corresponde y si lo hace es con la boca pequeña no se me vaya a enfadar alguien y pierda el cargo.

Pero si además lo poco que te dan lo destinas a lo que no toca, la cosa se pone fea, hablo de subvenciones a todo meter, chiringuitos de todo pelaje y asociaciones que normalmente son innecesarias, salvo como agencias de colocación.

No le voy a recordar el caso familiar, porque de todos es ya conocido y hay que dejar que la Justicia siga sus curso. La Cdad Valenciana tiene unos recursos naturales increíbles, algunos sin explotar, porque sencillamente, ha estado en manos de gobernantes sin ganas de trabajar y los pocos que sí están en marcha como La Albufera o el Palmeral de Elche, se mueren de asco entre la dejadez y el desaliento.

Pero volvamos al tema económico que es el que nos ocupa hoy, los “cacaos” como se dice vulgarmente. Recaudar ustedes recaudan me consta porque no perdonan ni un solo impuesto, a pesar de las medidas infames que han tomado por la pandemia y que han hundido a la hostelería y al pequeño y mediano comercio, cuando toca pagar son implacables con ellos.

Cabe preguntarse pues, qué pasa para que se gestione tan mal y cada valenciano deba ya sin comerlo ni beberlo más de 10.000 euros por cabeza, que no podremos devolver y que irá creciendo y creciendo hasta que esto explote. La duda es si quizás ustedes y sin ánimo de ofender, no sean unos completos inútiles incapaces de sacar adelante planes económicos que refloten nuestra tan maltrecha economía.

Y si es así, tengan la dignidad de dimitir háganse a un lado y dejen que otros más preparados gestionen y nos saquen del pozo sin fondo en el que nos han metido.

Particularmente, le haría firmar a cada presidente y su séquito un compromiso ante notario de responder con sus bienes personales a la deuda que genere y si no le llega que pague con cárcel, así se lo pensaría dos veces antes de malgastar el dinero público, que sí tiene dueño aunque la ministra diga lo contrario.

Pero lo más gracioso es que ustedes nunca tienen la culpa de nada, el “yo no he sido o a mí que me registren” les funciona de maravilla, siempre es otro el culpable aunque gobierne en otra Comunidad, se prende fuego Valencia y Madrid tiene la culpa, son ustedes increíbles en su desfachatez.

Dicen que un pueblo permisivo vota a lo peor del panorama político, si esta máxima es así ¿tenemos lo que nos merecemos? sin duda y lo pagamos con hambre y miseria.

Así que ya ve, la culpa repartida parece menos culpa y por eso ustedes siguen ahí y no sentados ante un juez.

Lo malo es que el panorama lejos de mejorar se avecina nublado y con aguas turbulentas, con ciudadanos que se olvidan de que el voto no es cautivo, que si estos no sirven pues otros y que gestionan tu dinero porque son tus empleados.

Se me ha quedado en el tintero las medidas que ha tomado usted frente a la Covid, pero ya escribiré sobre ello, porque “agüita” el desastre y la mala gestión.

Son ustedes el mal que asumimos en Democracia, por dejarnos gobernar por quien no está preparado. Sus desastres tardan en desaparecer, mientras gozan de impunidad y una jubilación de oro.

Quizás exista otro mundo, otra forma de hacer las cosas y así lo espero, esto no puede durar cien años porque, sencillamente, no hay cuerpo que lo resista.