A veces pienso que la burguesía valenciana es una leyenda urbana, pero luego veo los premios que da un prestigioso diario y allí están sentados como si hubieran emergido de un barco fantasma y están todos, políticos en activo o no, empresarios, actores, escritores, artistas, periodistas, lo más granado de nuestra sociedad.

Te entra un subidón, caray están enseñando musculo. No, todo es una fachada, una cortina de humo, un entreacto hasta que llegue el final de la tragedia y el de seguridad diga: “Circulen se acabó la fiesta”.

La Comunidad agoniza, ahogada en deudas insalvables, años de pésima financiación, destrucción de la industria y el tejido empresarial, pérdidas de inversiones que nos hubieran dado un respiro.

Orquestado por políticos que ahora se sientan en esas mesas a aplaudir algo que no sirve, pero queda ostentoso.

Con el peligro del enemigo catalanista a las puertas haciendo de francotirador sin piedad, comprando voluntades a diestro y siniestro, la sociedad valenciana toca la lira y se dedica a la Dolce Vita.

Mientras nuestro reino se cuartea, se enfrenta en guerras fratricidas y se nos echa en cara que votamos rematadamente mal, incluso lo hacemos con odio hacia el que no piensa como nosotros.

Si esta sociedad burguesa que es la que crea empresas y da trabajo, moviendo la economía y generando riqueza no estuviera tan complaciente mirándose el ombligo, posiblemente, seríamos una de las Comunidades con más renta per cápita de toda España.

Pero esa inacción, ese sentimiento de desidia hacen que el pueblo valenciano, navegue entre el resentimiento de unos y la alegría de otros enviados nada más que para destruirnos.

A veces, sueño que estos empresarios con capacidad de decisión y de poder financiar a un partido realmente preocupado por trabajar para nuestra Comunidad, dan un paso al frente y eligen quién los va a representar en los órganos de gobierno, pero luego los veo hacerse fotos con Chimo Puig, un personaje siniestro y la esperanza se me diluye como un azucarillo.

Ardua tarea tenemos en Lo Nostre si queremos vencer y convencer, porque no nos lo van a poner nada fácil, sin el apoyo de ésas casi quinientas personas que saben que es la única solución frente a la ruina en ciernes, nada podremos hacer.

David ganó a Goliat algo que en principio parecía imposible, la historia nos indica que por pequeño que uno sea, si sabe encontrar la debilidad del enemigo, lo puede vencer, eso sí con astucia y quitando la careta hipócrita de quienes prometieron la luna y te han dado un saco de pipas para que te entretengas y no molestes.

El Reino de Valencia fue como el Faro de Alejandría, iluminando a un Mediterráneo en tinieblas, volveremos a estar a oscuras y de nosotros depende caminar de nuevo hacia la luz, esa luz diáfana de nuestro cielo, esa sensación de ser unos privilegiados en una tierra bendecida.

Podemos volver a ser grandes, debemos crear riqueza porque eso quiere el ciudadano, un trabajo digno, unos servicios públicos eficientes, unas ciudades acogedoras y desarrolladas.

No quieren falsos enfrentamientos, ni dictadura de pequeños caciques cuyo cargo ha sacado a la luz sus bajezas de asalariado gris y rencoroso que solo aspira a jorobar a quien destaca.

Sacudamos el polvo del hastío, elegir a los mejores y luchar por aquello que perdimos, para recuperarlo.

Tenemos gente preparada, ganas, ilusión solo nos falta que quienes tienen en sus manos un futuro prometedor, apuesten por nosotros.

Puede que en una nave los electricistas sean el grupo más pequeño, pero sin ellos no se pone en marcha.

No vamos a venderte el crecepelo de turno, eso ya lo hace quien gobierna, queremos ofrecer trabajo, esfuerzo, transparencia, aunque sepamos que no cotiza al alza, no importa, solos no somos nadie, pero unidos, unidos seremos lo que queramos.

¿Eres de los nuestros?